Al llegar a la orilla, he visto las altas olas, coronadas de espuma blanca. El cielo era azul. Intensamente azul. Al sentir el viento en la cara, he cerrado los ojos. Y durante un instante brevísimo, un nanosegundo, tal vez, he sido feliz. Muy feliz.
A dos velocidades
Cuando escribes te das cuenta de que los pensamientos vuelan rápidos mientras que las palabras caminan a paso lento.
Yo soy Jessie Etchells
Hoy he terminado de escribir mi primera obra de teatro. Aún quedan lecturas y correcciones, pero la obra, su contenido, estructura, voz y ritmo ya está terminada.
Desconozco cuál será su destino. El reto primero era escribirla. Y ya está escrita. Han sido unas semanas trepidantes. Búsquedas, lecturas, aprendizaje, escucha y mucha constancia. Y soledad. Porque escribir es una acto fundamentalmente solitario. Y placentero, todo sea dicho.
Gracias, Jessie. Muchísimas gracias. De corazón.
Paisaje interior
Hoy, mientras caminaba, me he dado cuenta de que no tengo secretos. Pero sí, en cambio, sótanos interiores adonde solo bajo yo.
Gripe española
Pepe Ameal. Así se llama el único superviviente de la peor pandemia de la historia: la gripe española. Al leer la noticia, he recordado que en casa se habló muchas veces de esta enfermedad contagiosa y del paisaje que dejó tras su paso. Jorge, hermano menor de mi padre, aún recuerda acompañar a su madre al cementerio de San Roque para que esta pusiera flores en la tumba de su madre, muerta por las fiebres cerriles que causaba la gripe indómita.
Juanito Molina fue su marido. Era un hombre instruido, autodidacta y muy sensible. Nunca superó la muerte de su mujer. Hasta el último de sus días no lo abandonó jamás la inefable melancolía.
(Pequeños) Placeres domésticos
Bajo la luz de la tarde. Tender las sábanas en liñas paralelas y situarte enmedio mientras el viento las mese sutilmente.
2018
Caminar. Leer. Respirar. VIVIR.
El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón (Fragmento)
Siete años después del entierro, era la primera vez que visitaba el cementerio, y volvían a mí sensaciones que creía olvidadas: un olor como a flores rancias y tierra mojada, un escalofrío recorriéndome la espalda, un rastro de sequedad en la garganta….Todo eso, que había sentido el día del entierro, volvía a sentirlo entonces, mientras me acercaba al muro en el que estaban los nichos de mis padres. Me detuve y leí en voz baja sus nombres completos y sus fechas de nacimiento y defunción. Luego sacudí con el pañuelo el polvo de los nichos y lamenté no haber comprado unas tristes flores para adornarlos. Y me hice a mí mismo una promesa. Me prometí ser la persona que habría debido ser, o al menos intentarlo.
Fragmentos
«Creo que mi vida ha empezado a mostrárseme. Creo que ya sé decírmelo, tengo vagamente ganas de morir. Ya no vuelvo a separar esa palabra de mi vida. Creo que tengo, vagamente, ganas de estar sola e incluso me doy cuenta de que ya no estoy sola desde que dejé la infancia, la familia del Cazador. Escribiré libros. Eso es lo que vislumbro más allá del instante, en el gran desierto bajo cuyos trazos se me aparece la amplitud de mi vida.»
La carta
Acompañado tan solo por la naturaleza y usted, he pasado horas felices paseando por el campo, y de su Philosophia Botanica he sacado más provecho que de todos los libros de ética. (…) continúe la obra de interpretar a los hombres el libro de la naturaleza. Por mí, quedo contento con enredar algunas palabras de vuestra obra en las hojas del reino vegetal: yo os leo, os estudio, os medito, os respeto y os aprecio de todo corazón.
Jean-Jacques Rousseau a Carl Linné, París, 21 de septiembre de 1771
Foto: Araceli Díaz González